Primera experiencia con el encaje de bolillos

17/05/2017

Categoría: Encaje de bolillos

Hace poco tuve conocimiento de la existencia del grupo Mottainai Zaragoza que ha sido creado por un colectivo de artistas textiles que fomenta el bordado y zurcido como técnicas artísticas con nombre propio aplicando la filosofía japonesa Mottainai que significa literalmente “no desperdiciar nada”. Me pareció interesantísimo lo que hacían y su filosofía y me propuse conocerlas. La ocasión llegó antes de lo pensado con la exposición Hilaku: diálogos con el Arte textil en la que participaban varias de sus componentes. Después de ver su obra y de hablar con ellas, esperé con verdadera impaciencia mi primera reunión con el grupo para bordar, y la experiencia no me defraudó en absoluto, lo pasé de maravilla.

Concentración máxima en Harinera Zaragoza preparando el trabajo

     

Inicio de mi primer trabajo de bordado y resultado final

Llevaba… yo diría que más de 30 años sin coger una aguja para bordar, cosa que de pequeña me gustaba mucho, pero con el paso del tiempo otras técnicas habían ido llenando mi espacio artístico doméstico, el ganchillo, el punto de media, el macramé, algo de punto de cruz… y finalmente los bolillos, mi gran pasión.

Tengo de mi infancia el recuerdo vívido de mi madre cosiendo, que era y sigue siendo a sus 89 años una modista extraordinaria, de mi abuela paterna, enseñando a mi hermana a hacer ganchillo, de mi otra hermana, haciendo sus labores para el colegio, de la madre de mi madrina haciendo encaje de bolillos, de las vecinas de mi casa reunidas en la calle, cada una con su labor, charrando como decimos aquí y riendo… Siempre he estado rodeada de labores textiles.

Afortunadamente el encaje de bolillos me brinda la oportunidad de seguir disfrutando de esas reuniones femeninas, con charradas y confidencias mientras hacemos nuestra labor, intercambiando conocimientos y risas, muchas risas, tomando un café con leche y unas pastas… (o ahora un té, cosa muy rara en las de mi infancia, donde una taza de chocolate caliente era mucho más habitual, jajaja). Son relajantes y enriquecedoras, risoterapia aparte.

En esta primera reunión de Mottainai, en la que yo participaba, hablé, como no, de mi querido encaje de bolillos, y cómo en este grupo de artistas de la aguja, resulto ser bastante desconocido y todas ellas muy curiosas, les propuse para la siguiente quedada hacer una actividad en la que pudieran tener un primer encuentro con este apasionante arte textil.

Hace varios años acompañé como ayudante a mi amiga y expertísima encajera, Antje Gonzalez a una feria de mujeres emprendedoras en Guadalajara en la que ella participaba. Llevamos una actividad ideada por la norteamericana Julie Enevoldsen para dar a conocer el encaje de bolillos y sus dos movimientos básicos, la vuelta y la cruz: un pececito que luego los participantes podían llevarse a su casa. Decidí volver a usarlo porque está realmente bien pensado para lo que se pretende.

    

Pero el material necesario para hacer encaje de bolillos es algo más complicado que para bordar: tela, hilo y aguja… de eso hay en casi todas las casas, pero bolillos, una almohada o mundillo, alfileres, patrón… eso sólo está en casa de una encajera… Me puse manos a la obra y con la colaboración de mi hermana Lucía, incondicional compañera de cualquier iniciativa que se me ocurra, preparamos todo. Un mundillo gigante, dividido en tres con el que hicimos un chal de lana, serviría para trabajar hasta 6 participantes… 36 pares de bolillos con hilo grueso, concretamente un algodón del 8, los diagramas de la vuelta y la cruz, alfileres, los patrones… en fin toda la parafernalia que hay que preparar para hacer encaje de bolillos.

Las reuniones del grupo Mottainai, tienen lugar en Harinera ZGZ, que como ellos mismos lo definen: "es un espacio creativo que podrás encontrar en el Barrio de San José. Un lugar de creación y colaboración, en el que mancharse las manos. Un centro dedicado a la participación activa, al empoderamiento y a la trasformación del espacio urbano a través de la creatividad". 

Para este domingo habían propuesto una actividad al aire libre, La isla de San José, una reivindicación del espacio urbano para los ciudadanos, con diversas actividades, y nos propusieron participar con nuestro taller de bolillos. Aceptamos encantadas, el tiempo nos acompañó con un día espléndido y sacamos a la calle, después de comer, como antaño nuestras abuelas, los mundillos y los bolillos y nos pusimos a trabajar al aire libre, algo que ahora no es nada habitual, y que me resultó muy evocador. Fue divertido y emocionante para mí acercar esta artesanía a manos que no habían tocado nunca un bolillo y ver que las participantes se fueron a su casa encantadas con su pececito de colores hecho de encaje de bolillos por ellas mismas. No se animó ningún hombre, lástima… no saben lo que se pierden.

Eligiendo los bolillos cargados con distintos hilos de color para empezar el trabajo

Vuelta y cruz de muestra

¡Manos a la obra!... primera vuelta y cruz propia sobre el picado...

Remate de los hilos y ¡pez terminado!!! 

   

La visita de la tele y muchas risas... el simpático presentador no se animo a probar...

 

Mi agradecimiento a Rut Malas Artes por sus fotografías