Presentación

Mª Jesús Ruíz

La primera vez que recuerdo haber visto hacer encaje de bolillos era una niña de visita en casa de mis tíos. La madre de mi tía -una anciana desde mis infantiles ojos-, pero sólo algunos años mayor de lo que yo soy ahora, se pasaba la tarde cruzando hilos y haciendo un ruido delicioso con los palillos. Trabajaba a la manera típica de mi tierra, con la almohada larga vertical apoyada en el arco que separaba la cocina de la sala, moviendo sus manos con rapidez y conversando con todos, bajo mi atenta y fascinada mirada. Mi abuela también era encajera, pero no llegué a conocerla, aunque conservo de ella dos pedacitos de encaje y treinta y cinco bolillos que guardo y utilizo como un tesoro. Desde entonces he hecho muchos tipos de labores, con algunas de las cuales he disfrutado mucho, pero siempre pensando en que quería aprender a hacer encaje de bolillos.

Hace casi 40 años conseguí por fin encontrar a una encajera que me enseñó a hacer lo más básico, con un sencillo encaje que también utilizo yo para enseñar a mis alumnos principiantes. Aunque me quedó claro, que esa era definitivamente la única labor que quería hacer, tres clases y cinco cm de encaje después de empezar, me quedé sin tiempo para labores... Y durante muchos años mis útiles de bolillos durmieron en el trastero. Pero no mi interés y mi firme propósito de volver a hacer algo que me fascinaba. Finalmente en el año 1999 pude retomar mi gran afición y comencé a acudir a clase regularmente. Terminé el sencillo encaje que había empezado tantos años atrás y algunos otros... pero enseguida me di cuenta de que lo mío no era hacer metros de encaje Torchón, el más habitual en España. La búsqueda de otras técnicas me llevó a Internet y a través de la red a conocer a mi gran maestra italiana Gianfranca Tolloi, con sus imaginativos y originales diseños y su filosofía de enseñanza que es un ejemplo para mí.

También la red me puso en contacto con otras encajeras, no sólo españolas, a las que he llegado a conocer personalmente en encuentros tanto dentro como fuera de mi país, con algunas de las cuales he compartido muchas y muchas horas de bolillos, intercambiando conocimientos y dudas, buscando continuamente para aprender más y pasando siempre muy buenos ratos -tanto virtuales como reales- con esta sana adicción que es hacer encaje de bolillos.

A lo largo de estos años he tenido muchas y muy buenas maestras, Mariña Regueiro, Carolina de la Guardia, Lia Baumeister, Martina Stefkova, Jitka von Lindern, Rosemary Shepherd, Elena Gorbunova, Marianne Stang, Elena Fransens, Martina Wolter-Kampmann... por no hablar de las numerosas autoras de libros que he estudiado con verdadero entusiasmo y entre las que no puedo dejar de nombrar a Ulrike Voelcker.

He ido evolucionando como encajera, y ahora, además de alumna -pues nunca se termina de aprender-, yo también doy clases, me gusta muchísimo el estudio y la investigación y estoy inmersa en un proyecto de recuperación de un antiguo y sencillo encaje sin patrón de mi región que ya nadie sabe hacer y finalmente me he atrevido a realizar mis propios diseños, algo inimaginable para mí hace no tanto tiempo. De momento, los hago a mano, porque disfruto mucho al dibujarlos, pero también he probado las nuevas técnicas y he empezado a utilizar el ordenador.