Mis primeros bolillos

Hoy quiero hablar de bolillos… pero no de encaje de bolillos, sino de la herramienta básica para realizarlo, contando parte de mi experiencia personal.

Según la RAE la definición de bolillo es:

Palo pequeño y torneado que sirve para hacer encajes y pasamanería. El hilo se arrolla o devana en la mitad superior, que es más delgada, y queda tirante por el peso de la otra mitad, que es más gruesa.

Aquí en Aragón, se utilizaban los bolillos que llamamos de tipo catalán. Cuando empecé por primera vez a hacer encaje, allá por 1985, mi experiencia fue breve, duró un par de meses y mi primera muestra requirió muy pocos pares por lo que tuve suficientes con los bolillos de mi abuela que todavía conservaba mi madre y que no habían perdido jugando mis hermanas mayores… Son unos palillos de boj, finos, pequeños y con un sonido delicioso.

Bolillos antiguos, tipo catalán en madera de boj

 

Cuando retome mi afición 15 años más tarde mi segunda muestra requería de un mayor número de bolillos. Al ir a comprarlos me encontré con que los que se podían conseguir entonces (ahora las cosas han cambiado mucho y a mejor) tenían la misma forma típica del bolillo catalán, pero no eran de boj, eran casi el doble de gruesos, más largos… resultaban mazacotes, en una palabra, horrorosos, y con los que todavía veo encajeras trabajando y siempre me pregunto cómo lo consiguen.

 

Bolillos actuales, tipo catalán, madera desconocida

 

Yo me sentía incapaz, así que decidí buscar bolillos antiguos y probé en un mercadillo de anticuarios que se celebra los domingos al lado de la Catedral. Tuve la precaución de llevarme uno porque muchos no sabían de que les estaba hablando. Por fin uno de los vendedores me dijo que tenía en el almacén una bolsa con bolillos y que me la traería a la semana siguiente. Algunos estaban rotos, pero en general estaban en muy buen estado y lo mejor es que según lo que me contó el anticuario de la procedencia de aquel tesoro había muchísimas posibilidades de que fueran los bolillos de la madre de mi tía y madrina, que fue la primera persona que yo había visto haciendo encaje cuando era una niña… Desde ese momento y con el fin de poder acometer labores de mayor envergadura, me dediqué a buscar bolillos de boj antiguos de tipo catalán, de los que he conseguido una buena cantidad de muy distintas procedencias, aunque ahora los empleo poco porque me pasé pronto a los encajes de cinta y estos bolillos con su final recto resultan muy incómodos para las imprescindibles y numerosísimas uniones con ganchillo que lleva el encaje de cinta.

Al encontrarme con esta dificultad, empecé a buscar bolillos que terminasen en punta para facilitar los enganches. Los únicos que encontré en aquel momento fueron los llamados menorquines, había de dos tipos, unos con la cabeza similar a la de los catalanes y otros torneados más artesanalmente que tenían tres muescas en la cabeza y que fueron por los que me decidí finalmente, en su tamaño pequeño, ya que en esa época estaba acostumbrada a los bolillos cortos. Éstos son finos, también de madera de boj y durante mucho tiempo fueron mis bolillos de trabajo ya que sirven igual para hacer lo que yo llamo encajes tramados (torchón, encaje de guipur, tul…) que para hacer encaje de cinta. Hoy me resultan excesivamente cortos, por eso, aunque son los que les aconsejo a mis alumnas para empezar, siempre les digo que los compren de al menos 12 cm de largo. Además de las características enumeradas, tienen un precio razonable que, al principio de iniciarse en este arte, es una razón de mucho peso.

Bolillos llamados menorquines torneados artesanalmente en madera de boj

 

Antes de pasar al encaje de cinta hice un pañuelo de encaje de Cluny, y un pequeño tapete también de encaje de guipur con un patrón de 1930 propiedad de una amiga. Tengo que decir que no tenía entonces ningún conocimiento de la técnica del encaje de guipur, como tampoco lamentablemente la profesora con la que yo iba a clase, no hablo de hacer hojitas de guipur, que le salían perfectas, hablo de cruces de trenzas, entrada y salida de pares y trenzas de los tupidos, de pasos a caballo, de uniones al pie... Sencillamente daba igual hacer torchón, que guipur de Le Puy, que Cluny… de hecho en ese momento ni siquiera sabíamos, ni yo, ni ella, que fuesen diferentes tipos de encaje… pero esa es otra historia. La anécdota va de bolillos. Eran mis primeras hojas de guipur, hechas además con un hilo bastante fino y claro, me costaban un ratito de hacer. Entonces otra profesora de origen gallego que tenía una tienda me dijo que aquí no nos salían bien porque hacíamos los guipures con unos palillos delgadísimos, que había que hacerlos como en Galicia, con sus bolillos. Y que quise oír… le compré unos preciosos, enormes y pesadísimos bolillos gallegos que cambié por los bolillos utilizados en mi labor comenzada, uno a uno, muchos pares y con mucho hilo… ¡qué desastre! Un delicado hilo del 120 con unos bolillones pesados y enormes, jajajaja. Tuve que volver a cambiarlos y por supuesto seguir practicando las hojas de guipur y los puntos de espíritu con mis finos bolillos catalanes de anticuario.

Bolillos gallegos, corrientes, en madera desconocida... probablemente de pino

 

Siguiendo con las anécdotas, tiempo después compré unos bolillos negros, de tipo  menorquín, que el vendedor me aseguro que no eran de madera teñida, aunque no me dijo que fuesen de ébano, porque entonces me habría dado cuenta de que me tomaba el pelo, esa es de las pocas maderas que distingo… Naturalmente me mancharon el hilo y la preciosa mariposa gigante que estaba haciendo tiene uno de sus círculos con un delicado tono amarillento, como si fuese un encaje antiguo… Lave los bolillos con agua y jabón y nunca más los he utilizado con hilo blanco, sólo con hilos de colores… pero los sigo conservando.

Bolillos menorquines en madera desconocida y teñida

 

Durante estos años mi colección de bolillos ha ido aumentando, tanto los que son puramente de colección, como los que utilizo para trabajar. Mis preferidos son los llamados suizos. Es cierto que tienen la cabeza un poco grande, pero me encanta trabajar con ellos, pesan y no son tan largos como para que resulte incómodo realizar el enganche. En cuanto al tipo de madera, el ébano me gusta y más aún el llamado palo de serpiente, pero sólo como capricho… son maderas que se salen de mi presupuesto, jajaja, así que mis bolillos suizos de trabajo son de madera de palisandro muy oscura, con un tacto suave y un sonido muy agradable. A pesar de ello, me gusta, en la medida de lo posible, hacer los distintos encajes con los bolillos propios de esa técnica o parecidos, aunque algunos me resultan tan incómodos que desisto de su utilización, es el caso de los bolillos, que llevan una carcasa para proteger el hilo, que se usan principalmente en Alemania, y a los que no me acostumbro.

 

Bolillos tipo suizos en madera de palisandro y con los que habitualmente trabajo

 

Bolillos de Bayeux en madera de ébano

 

Bolillos de fantasía en madera de Amourette o palo de serpiente

 

Bolillos alemanes en madera desconocida, probablemente arce