Proyecto europeo Erasmus+ BOBBIN LACEE. Reconstrucción de una pieza de Encaje de Hinojosa

Como parte del trabajo a realizar dentro del proyecto ERASMUS BOBBIN LACEE, tenía que llevar a cabo la reconstrucción de una pieza antigua de encaje de Hinojosa.

La coordinadora española, Antje González, se puso en contacto con Anneliese Wienands, a la que debemos agradecer su excelente disposición para proporcionar de manera rápida algunas piezas de su colección particular.

Para realizar la reconstrucción no he contado con la pieza material, por lo que he tenido que trabajar con fotografías de la misma, algunas de ellas obtenidas mediante escáner y otras con una buena cámara, en ambos casos por Antje González. Para su estudio he utilizado un ordenador y el programa Photoshop.

La pieza que he reconstruido, fue adquirida en un anticuario de Barcelona y tras una primera inspección de las fotografías, observé que era una pieza de auténtico encaje de Hinojosa, muy probablemente de la primera mitad del s. XX y trabajada según la técnica del verdadero encaje de Hinojosa al que llamaré encaje tradicional de Hinojosa a partir de ahora.

Dicha técnica aparece recogida exhaustivamente por Mariña Regueiro en su magnífico libro: “El encaje de Hinojosa. Historia y Técnica” y que yo he seguido fielmente para esta reconstrucción histórica, así como sus consejos y aclaraciones a todas las dudas que se me han presentado a lo largo de este trabajo. Vaya desde aquí mi más sincero agradecimiento para Mariña Regueiro por su siempre generosa y desinteresada ayuda y mi felicitación por su excelente trabajo.

En esta pieza se pueden apreciar claramente las peculiaridades y pequeños trucos utilizados por las encajeras de Hinojosa del Valle y de algunas localidades próximas, en las piezas realizadas en la zona y que luego se vendían en Madrid, Bilbao y Barcelona, como es el caso de esta pieza de estudio.

Se trata de una pieza rectangular con una puntilla hecha en dos partes que se unen en el centro, en mitad de un motivo, de los lados estrechos del rectángulo.

 

En la puntilla se han utilizado dos puntos o tipos de cinta distintos: serpentina y medio punto con dos pares de zurcido o punto de tela.

También he observado, no sin cierta dificultad por el estado del encaje, que las curvas en el medio punto están hechas con dos tirantes, tal y como se hacían y siguen haciendo, en el encaje de Hinojosa tradicional.

El cosido de las cintas también es el utilizado habitualmente en dicho encaje, en el que se enganchilla o cose también el par de orilla en aquellos puntos que lo tienen, en este caso la serpentina, y se cose en el agujero del alfiler solo en aquellos puntos que no llevan par de orilla, como el medio punto con dos pares de zurcido y en las uniones de dos ondas. Ésta entre otras, es la gran diferencia con las modernas versiones de encaje de Hinojosa que enganchillan o cosen siempre, lleve o no lleve el punto en cuestión par de orilla, en el agujero del alfiler. Procedimiento que se sigue en cualquier encaje de cinta europeo. En la siguiente imagen he marcado sólo tres de los puntos cosidos del encaje de Hinojosa tradicional.

Además, frente a la técnica, digamos “correcta”, para unir tres o cuatro cintas convergentes y que las encajeras de Hinojosa conocían perfectamente, pues aparece aplicada en numerosas piezas, incluida ésta, prevalecía el principio de rellenar el espacio y no dejar huecos, por lo que llevaban a cabo uniones personales, según lo que necesitasen para conseguir el objetivo. Principio que yo, en mi reproducción histórica he respetado, haciendo lo mismo.                             

Una vez hechas todas estas comprobaciones, tenía que obtener el patrón del encaje, para ello, elegí una fotografía de la pieza, y con ayuda del programa Photoshop, la he ampliado, añadido una capa y dibujado sobre la misma el contorno de las cintas. Teniendo en cuenta que los patrones de encaje de Hinojosa llevan únicamente el dibujo de las mismas, sin indicación de la posición de los piques.

 

 

 

Después, he impreso el dibujo obtenido, que dado el estado de la pieza era imposible que fuese muy exacto, por más cuidado que he puesto en el siempre difícil proceso de dibujar con el ratón del ordenador sobre una fotografía enormemente ampliada, ya que los motivos de la misma estaban muy deformados y no era posible encontrar dos iguales.

Con ello he obtenido una primera información: el tamaño del dibujo impreso era de 3,5 cm de anchura, he consultado con la persona que había tenido la pieza en la mano y realizado las fotografías, mi compañera Antje González, y que no había anotado ese dato, pero que me ha confirmado que creía que esa era la medida probable. Para comprobarlo, he procedido a contar los piques de algunas partes de la pieza en la fotografía y traspasar luego ese mismo número al dibujo impreso. La distancia entre ellos era de entre 2 y 3 mm, lo que me confirmaba que la medida de la puntilla era efectivamente de 3,5 cm y que la impresión era la correcta.

 

 

Una vez comprobado el dato de la medida, tenía que obtener el patrón definitivo. Dado que no manejo ningún programa que permita trabajar con gráficos vectoriales, tipo Illustrator o similares, no me quedaba otro remedio que recurrir a los métodos más tradicionales: una mesa de calco, papel transparente, lápiz y goma de borrar (mucha goma).

Al tratarse de una pieza antigua, lavada un sinfín de veces y deformada, el dibujo que había obtenido era tan irregular e imperfecto como la misma pieza.

Con ayuda de mis herramientas tradicionales y bastante paciencia he ido retocando y arreglando, hasta obtener un resultado satisfactorio en el que es difícil encontrar dos motivos exactamente iguales. Tradicionalmente, estos patrones eran dibujados a mano por partes, que luego se calcaban, se repetían las veces necesarias bien en la misma posición o bien en espejo, dando como resultado final un patrón con motivos no muy exactos entre sí.  Me he decidido a seguir el mismo procedimiento, pero ayudándome de las nuevas tecnologías a mi disposición para conseguir un patrón algo más regular de lo que antaño se obtenía, pero sin llegar a la exactitud que un programa de dibujo habría conseguido. Para ello, de mi patrón casi definitivo, he elegido la parte de los motivos que me ha parecido mejor hecha y una vez escaneada y en el ordenador, con ayuda nuevamente del programa Photoshop he procedido a hacer lo mismo que las antiguas encajeras, cortar, pegar, poner en espejo, volver a pegar… Después he realizado un último retoque para asemejar más mi patrón a los antiguos patrones de Hinojosa, quitando algunas líneas curvas y sustituyéndolas por rectas, sobre todo en el pie de la puntilla.

Y este ha sido el resultado final y patrón definitivo:

El siguiente y último paso, consistía en reproducir una parte de la puntilla. Tenía la medida, 3,5 cm de anchura, pero desconocía el tipo de hilo. Una vez más he recurrido a Mariña Regueiro. Como nos dice en su libro, las encajeras de la época recibían el hilo desde Barcelona, se trataba de madejas de algodón para bordar, a veces de la marca DMC del n. 50, aunque a veces no llevaban ni marca, ni número. Yo no disponía de hilo de bordar, ni de la marca DMC, ni Anchor, pero tenía las referencias de sus medidas, así que he buscado un equivalente exacto que ha resultado ser, el hilo Finca Bolillos, n. 60.  A partir de aquí, ya solo me quedaba elegir que parte del patrón iba a reproducir.