Un chal de lana en encaje de bolillos
19/03/2017
Me encantan los hilos… y cómo muchas encajeras de mi entorno, los colecciono, jajaja. Muchos no creo que los emplee nunca, como una madeja de 5000 metros de una seda antigua, finísima y preciosa, que duerme en el cajón de los tesoros… Otros en cambio tienen más suerte y en algún momento decido llevar a cabo un proyecto con ellos.
Hace unos años compré un paquete preparado con hilos de fantasía bastante gruesos de diferentes texturas y colores. Diez hilos de 4 metros que se convertían en 10 pares pasivos de 2 metros. ¿Qué hacer con ellos? Estaba bastante claro que por su medida y las características de los hilos, que debían trabajarse rectos, tendría que ser una bufanda o un chal… por supuesto añadiendo pasivos y guía de algún hilo liso y de color adecuado.
Otra de mis debilidades son lo que yo llamo fondos de fantasía, mal llamados muchas veces modernos o contemporáneos, aunque la mayoría tienen una existencia de alrededor de 100 años, como la famosa “cuchanina” también conocido como punto loco o encaje desestructurado y del que ya he hablado en alguna ocasión. Me encanta trabajar este tipo de fondos y aprovecho cualquier excusa para utilizar alguno. Los personajes de los múltiples nacimientos navideños que he hecho, dan fe de ello.
Así que uní ambas cosas y me puse a trabajar. Todo proceso de creación es apasionante y con éste disfrute mucho… Una vez elegido el fondo que pensaba utilizar, había que hacerlo todo…, dibujar el diagrama de hilos del fondo de fantasía, calcular el número de pares necesario para la anchura de mi chal, el picado, los diagramas de color… Hacía años había visto en un libro de Elke Marx y Marianne Geibendörfer una curiosa forma de integrar los flecos en una labor que siempre me había apetecido probar y esta me pareció la ocasión ideal. Primero tuve que estudiarla, entenderla y después adaptarla a mi proyecto y naturalmente dibujar los correspondientes diagramas del inicio y cierre con flecos y esa parte del picado.
Paralelamente a este proceso de creación, tuve que hacer tres cosas, elegir la lana que complementaría a mis hilos de fantasía, buscar unos bolillos que pudiesen contener todo el hilo necesario para realizar la labor sin añadidos y que al mismo tiempo resultasen cómodos para trabajar y por último preparar una almohadilla adecuada de tamaño y un soporte para la misma.
Para el hilo me decidí por una lana de merino en crudo, de Bart&Francis, preciosa, pero completamente inadecuada para el trabajo de bolillos. Apenas tenía torsión y trabajarla era muy incómodo porque se rompía en cuanto tirabas un poco. Afortunadamente encontré pronto otra lana, también de merino de Lanas Stop muy suave y agradable, muy bonita y con la torsión y resistencia adecuadas.
Los bolillos resultaron más difíciles de conseguir. Ninguno de los que veía tenía el tamaño adecuado para contener tanto hilo. Así que decidí diseñarlos yo…La primera idea fue hacer una especie de bolillo antiguo de Monóvar (Alicante), que es un bolillo que me encanta, pero en más grande y acabado en punta. Con las fotos y las medidas me puse en contacto con Francisco Javier Herrero, de Bolillos Carmelo Badalona, que me hizo un presupuesto y me puso al día de las dificultades técnicas de lo que yo pedía. Tras varios correos y algunas pequeñas rectificaciones en las medidas para facilitar el trabajo del torno y abaratar el coste, mis bolillos tomaron forma definitiva con un cuello muy similar al de mis admirados bolillos antiguos de Monóvar (Alicante), aunque más largo para poder acoger la cantidad de hilo grueso necesario para realizar el trabajo en su totalidad y un cuerpo parecido al de unos bolillos checos gigantes que había comprado hace años para mi colección. Por fin tuve en mis manos unos preciosos bolillos de madera de bubinga de 18 cm de largo, perfectamente trabajados, como es marca de la casa y pulidos a mano, con los que debo decir que la lana se trabaja de maravilla. Tienen el peso, la forma y el tamaño ideal para un hilo grueso.
La almohada también hubo que hacerla a medida. Muy ancha, del tamaño del chal y vertical, como es tradicional en Aragón y en gran parte de España, donde mayoritariamente se trabaja con las palmas de las manos hacía arriba y el método abierto. La dividimos en tres piezas independientes, unidas por un marco de madera para que resultase cómodo subir la labor según se fuese avanzando. Y para poder trabajar en el soporte de pie, tuve que encargar una pieza grande, un travesaño de casi un metro, que me hicieron en El Boixet.
Y una vez todo el material listo… ya podíamos empezar. Yo me encargue del inicio y del remate con flecos. De la elaboración se encargó una encajera muy delicada, que trabaja con precisión y detalle, mi querida hermana Lucía que consiguió un resultado perfecto, como en todos sus trabajos.
Inicio del trabajo
Bolillos antiguos de Monóvar
Montaje de mi bolillo ideal y resultado
Bolillos de diseño propio: madera de bubinga y 18 cm de largo
Realización Bolillos Carmelo Badalona
Inicio y cierre con flecos
Detalle del cierre